Muchas veces nos olvidamos de que la mayoría de presuntos que
tomamos como naturales son un constructo social, presuntos que forman parte de
nuestro día a día, como la definición de familia, educación, trabajo,
etc. Cuestionar y no dar por sentado nos resulta tan trabajoso que ya casi no
lo hacemos, porque se nos hace mucho más fácil aceptar las reglas implícitas
como inquebrantables. ¿Por qué? Porque cuestionar implica analizar, razonar y
argumentar, y qué flojera ¿no? “Captain
Fantastic”, nos brinda una mirada a la vida de una familia que ha crecido cuestionando a la sociedad y sobre
todo, a las instituciones de poder. La película empieza
mostrando la rutina de una familia (compuesta por un padre y seis hijos
menores) que vive en una especie de cabaña en el bosque, teniendo un enfoque en
la crianza de los niños. Con una fuerte crítica al consumismo, a las religiones
organizadas y al sistema educativo tradicional, no solo nos anima a aspirar por
otras formas de vivir sino también a repensar cómo es que somos parte de una sociedad conformista.
La trama se complica cuando Ben Cash (el padre de la
familia) se entera de que la madre ha muerto, es aquí donde empiezan a explotar
los conflictos. El abuelo de los niños culpa a Ben por la muerte de la madre y
no está de acuerdo con la forma en la que viven, frustrados por querer honrar
los deseos de la madre de ser cremada y siendo constantemente obstaculizados
por el abuelo que podría tomarse como una representación del poder, la familia
decide hacer todo lo posible por lograr su cometido. En el camino nos muestran
grandes diferencias entre los modos de pensar de la familia de Ben y una
familia común (representada por la hermana de Ben, su esposo y sus dos hijos).
También se ve la lucha contradictoria por la que
pasan los niños por querer pertenecer y a la vez estar orgullosos de cómo son.
La película resulta cautivadora en más de un aspecto, es visualmente fascinante; si no te atrae la trama o eres
de los que aman el materialismo, igual quedarás encantado con cada una de la
tomas que, sutilmente, van creando un contraste entre naturaleza y
ciudad. Viggo Mortensen transmite
con sinceridad los conflictos internos por los que pasa a causa de sus propias
decisiones sobre la crianza de sus hijos. Al mismo tiempo, a pesar de no
ahondar en cada uno de ellos, la manera en que se nos presenta a sus hijos deja
entrever una profundidad en sus historias. El ritmo de la narración permite digerir
la película fácilmente esto ocasiona que los temas tratados queden un poco
superficiales, pero aun así el mensaje es potente y se entiende.
Resulta
importante mencionar también el giro pausado que se da a lo largo de la
película. Al principio, nos muestra una forma de vida completamente distinta a
la que estamos acostumbrados y es difícil no anhelar algo parecido; sin
embargo, conforme va avanzando, se empiezan a notar distintos quiebres y fallas
en esta. Es emocionante cómo la trama nos hace idealizar
aquella vida salvaje para, poco a poco, mostrarnos que es un extremo lleno de
huecos. Estos
huecos se presentan de forma evidente cuando los hijos de Ben empiezan a sufrir
accidentes tanto emocionales como físicos en el bosque y también en la ciudad.
La crítica a la sociedad moderna se mantiene fuerte
hasta el final, pero también nos deja claro que alejarse de todo para vivir
fuera de esta tiene sus implicancias negativas y finalmente es como encerrarte
en una burbuja. Considerando que el
mensaje es cuestionar y luchar en contra del poder, resulta un poco
contradictorio enajenarse por completo. Otro giro importante sucede ya casi
terminando la película, cuando el personaje del abuelo revela matices que
permiten entenderlo. Después de todo, “Captain
Fantastic” quiere
tener un final feliz con moraleja. Las formas como vivimos y las instituciones
de poder pueden estar podridas, pero es importante intentar hacer algo al
respecto y siempre existe la posibilidad de crear cambios así como nuevas
formas de pensamiento.
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